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Agua VIII

(c) Manel Armengol, 1996

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me llama un ocio, un quehacer
de no hacer nada, de estarse
como agua pura, ni río,
ola ni torrente, agua
quieta esperando que pasen
por arriba alas o nubes,
las almas que tengo fuera.

Pedro Salinas, Seguro azar, Quietud

Anónimo dijo...

(...)
La imagen como observación... ¿Quién no volvería a pensar aquí en la poesía japonesa?
Me entusiasma en ella su modo radical de prescindir incluso de la alusión más velada a su verdadero sentido imaginario, que debe ser descifrado paulatinamente, como en una charada. El haiku "cultiva" sus imágenes de un modo que no significan nada fuera de sí y a la vez significan tanto que es imposible percibir su sentido último.
(...) El lector del haiku tiene que perderse en él, como en la naturaleza, tiene que dejarse caer en él, perderse en sus profundidades como en un cosmos, donde tampoco hay un arriba y un abajo. Como ejemplo, sirva este haiku de Bascho:

Un viejo estanque
Una rana saltó al agua
Chapoteó en el silencio.

Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo, Ed. Rialp, 2000

Anónimo dijo...

(...)
El río despedaza
su luz líquida,
cae
el vino en la copa,
arde su suave fuego
en la copa de piedra;
el tiempo corre
como un río roto
que lleva graves muertos,
árboles despojados
de susurro, todo
corre hacia la dureza;
se irán el polvo, el otoño,
los libros y las hojas,
el agua; entonces
brillará el sol de piedra
sobre todas las piedras.

Pablo Neruda

Manel Armengol dijo...

…”…las voces del agua son apenas metafóricas, el lenguaje de las aguas es una realidad poética directa, que los arroyos y los ríos sonorizan con una extraña fidelidad los paisajes mudos, que las aguas ruidosas enseñan a cantar a los pájaros y a los hombres, a hablar, a repetir, y que hay continuidad, en suma, entre la palabra del agua y la palabra humana….”…

Gaston Bachelard, El agua y los sueños